lunes, 29 de diciembre de 2008

Sexo intimo...



Ahí, sentados frente a frente, mediando sólo entre los dos la mesa del café de los encuentros casi a ciegas, midiendo la distancia con miradas que exploran mutuamente la piel que asoma de las ropas. Alargando los ojos hasta rozar con la mirada los labios cuando callan.

Aguzan el olfato para no perder aroma alguno, alistando de alguna manera imaginaria la piel que se erotiza con el roce intimo de cada prenda propia, y con la imaginación de las caricias que de aquellas manos surjan en la intimidad en donde exploraran cada rincón, cada esquina, cada gota de sudor que brote de la fricción, del sentimiento; del vaivén de la penetración calmada, ruda, amorosa, animal, humana, bella.

Las palabras brotan como agua en fuente cristalina, pero el calor de lo deseado hace que se evaporen pronto y que la espera se alargue –y sabe rico-, excita más la pausa que la prisa, comen ansias disfrazadas de mera fantasía. Falta poco, acaso un sorbo de café, la cuenta y el camino estará allanado, listo para usar el tiempo en la calle y despojarse de tabúes, remarcar con sutilezas, pero abiertamente, lo que el celo ha planeado para el otro cuerpo.

Falta poco y los dos lo saben. Caminan lentamente y los pálpitos del corazón se sienten menos en el pecho que en los genitales. No se apresuran, cada paso sabe a ritmo de cadera, cada paso acerca más las almas y los cuerpos al destino.

Aún no han llegado pero ya están solos, faltan cinco pisos para el paraíso. Las miradas echan chispas, el elevador huele a mezcla de hormonas. Bailan por la frente y la espalda gotas de sudor con temperatura incierta, unas frías, otras tibias y otras que ya hierven atrapadas por la ropa intima distraídas entre fragancias falsas que sólo disfrazan el olor del sexo deliciosamente retardado.
Lejos de las miradas, ahí encerrados en el cubo de elevador se regalan con un beso. Por fin se pertenecen, ahora son dueños, amos del placer del otro cuerpo, sumisos los dos de los deseos tantas veces platicados. Otro beso, se funden las salivas en una sola boca, una caricia, y como por arte de magia caen al suelo los temores, lo pudores y la buena reputación que ya recogerán a la salida.

Lo demás, lo demás es sólo sexo, sexo animal, perverso, comercial, sexo intimo y por intimo incontable.

Se han vestido, sus disfraces son ahora diferentes, ahora que se pertenecen visten elegantemente, han estado en el mismo sitio al mismo tiempo, eso los esconde de su misma ropa, ahora se han sumado uno en uno. Se dan un último beso por ese día, miran hacia atrás en donde queda la mesita con dos vasos de agua, cuatro envolturas de condones, la cama húmeda, completamente húmeda y revuelta, huele a sexo agotado, huele amor que sabe a dulce y que se siente eterno, se abrazan y caminan lentamente a seguir cumpliendo día con día con ese bello sueño….

La cámara del hotel los ha captado, su tecnología ha funcionado como magia, filmó desde el primer instante las ansias locas de los dos amantes, los ha seguido desde la entrada, los acompaño los cinco pisos hasta la habitación y grabó lo que para ellos quedo como sexo intimo incontable.
Ahora su amor es difundido en los puestos callejeros que venden sexo con amor casero, vaya ironía, su amor secreto ha traspasado las fronteras de lo intimo, ahora además de ellos otros gozan cada instante de su desenfreno. Ellos siguen con su sueño intimo incontable, a otros, a los que han comprado el video, se les ha perdido el sueño.
Due® 29 dic 08

3 comentarios:

Daly* (Tal vez un día confiese) dijo...

Tan bello,
tan bien escrito,
con las palabras perfectas,
las que tu sabes.



Un abrazo enorme

Liz Barrio dijo...

Magnífico, eres un escritor estupendo Paco, ya sé que lo sabías pero lo afirmo doblemente.
Besos,

Liz Barrio dijo...

Excelente tu prosa, tan espléndida como tu poesía.
Bravísimo, te aplaudo de pie.
Besos,

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